Medicina de familia

La mejor medicina es la prevención .

Fomentar hábitos de vida saludable, ejercicio físico adecuado a la edad de la persona, una dieta saludable y equilibrada, evitar el consumo de tóxicos como el alcohol y el tabaco, aprender a gestionar el estrés y la ansiedad, aprender a establecer relaciones sanas con los demás, cultivar la amistad y el disfrute compartido con amigos y con familia, todo esto, es parte importante de la prevención de enfermedades.

Como médico de familia, siempre tengo presente hablar de estas cuestiones con las personas que trato en mi consulta.

Cuando la persona que viene a la consulta ya tiene alguna enfermedad, crónica o aguda, es importante aliviar sus síntomas y entender y tratar su enfermedad en el contexto de quién es esa persona. Me gusta pensar que trabajo con personas que pueden tener una enfermedad o un padecimiento, más que centrarme únicamente en el tratamiento de la enfermedad.


¿Qué hace un médico de familia?

En mi caso, como ya he comentado, me gusta empezar por revisar y prescribir hábitos de vida saludable, destinados a mejorar el bienestar de la persona y también a prevenir la aparición de enfermedades, siempre después de entender cómo es el contexto social, económico y cultural de la persona.

Otro capítulo importante es el tratamiento de los factores de riesgo cardiovascular. Para ello, medimos con regularidad la presión arterial, la glucosa y los lípidos en sangre, el perímetro abdominal, y reforzamos el mensaje frente a hábitos tóxicos como el tabaquismo y el abuso de alcohol. El sedentarismo también es clave combatirlo. Muchos de estos factores de riesgo cardiovascular, también son factores de riesgo para padecer un cáncer. Las principales causas de mortalidad en España son los eventos cardiovasculares (infarto , ictus…) y el cáncer.

En aquellas personas que ya tienen una enfermedad crónica: hipertensión arterial, diabetes, bronquitis crónica, asma, artritis reumatoide, etc, un adecuado seguimiento, ajustar la medicación, revisar hábitos de vida saludable, reducir factores de riesgo , no olvidarnos de su salud mental…es fundamental para que tengan la mejor calidad de vida posible, e incluso para que puedan reducir el numero de fármacos que toman.

El médico de familia también acompaña a los pacientes a lo largo de su vida, y conoce generalmente las vicisitudes de la persona, de su familia, relaciones entre ellos, problemas de salud, económicos, dificultades laborales, etc. También es el profesional de la salud de referencia, aquel que deriva al paciente a otros profesionales y que supervisa de forma global la salud y la enfermedad de sus pacientes.

Salud física y salud mental

Sabemos que la salud física y la mental están muy conectadas. Las emociones que sentimos, como la alegria, el miedo, la ira, la tristeza…provocan cambios en nuestro organismo, a través del sistema nervioso autónomo y del sistema neuroendocrino. De esta forma, la ira puede producir un aumento de mi presión arterial a través del sistema nervioso simpático, del mismo modo que el estrés, al aumentar el nivel del cortisol en sangre, puede producir un aumento de los lípidos en sangre, aumento de la presión arterial, etc. El estres cuando se mantiene en el tiempo, tiene efectos sistémicos negativos sobre la salud, produciendo cansancio, dificultad para la concentración, aumento de lipidos y de glucosa en sangre y afecta también al sistema inmunitario, disminuyendo su capacidad defensiva.

Existe un grupo de enfermedades llamadas autoinmunes, de las que desconocemos sus causas últimas, que se suelen tratar con fármacos que disminuyen la actividad del sistema inmunitario o que bloquean alguno de sus mediadores (interleuquinas). Las enfermedades autoinmunes pueden afectar a las articulaciones (artritis reumatoide), a la piel (liquen, psoriasis), a glándulas como el tiroides (tiroiditis de Hashimoto) o el páncreas (algunos tipos de diabetes), al aparato digestivo (enfermedad de Crohn o colitis ulceros), etc.

Por decirlo de una forma simple y contundente, existe una relación muy estrecha entre el nivel de estres y el nivel de control de las enfermedades. Esto aplica especialmente a las enfermedades crónicas y sobre todo a las autoinmunes. Por lo tanto, además de seguir el tratamiento farmacológico que cada enfermedad requiera, también hay que hacer un trabajo de toma de conciencia de las necesidades físicas y emocionales que tiene cada persona. De cuidados, de descanso, de conocer y aceptar los límites de nuestro cuerpo y de nuestra mente.

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